Nota realizada en Mayo 2018
Adela Dubra volvió a sus orígenes. Desde hace seis meses es la nueva directora de la revista Galería. En esta entrevista repasa su trayectoria y los desafíos de esta nueva etapa.
Adela Dubra no juega al fútbol y piensa que en Uruguay se habla mucho de ese deporte. Sin embargo, no puede evitar recurrir a una metáfora futbolera para hablar de lo que busca en esta nueva etapa de su vida. “Vine a hacer 200 goles por día”, afirma.
Lo dice con la seguridad que transmite esa voz profunda, un poco pesada y sinuosa, que la caracteriza más que el perfil aguileño y la figura esbelta. Esa voz fue durante años un sello de las tardes en Sarandí, cuando conducía el programa “Viva la tarde”. Es una voz que no tiene prurito en decir frases filosas, resulta familiar, potente y categórica. Al escucharla no caben dudas: esos goles están hechos.
Me encanta decir que soy periodista. Tengo mucho amor por la profesión. No he perdido nada de entusiasmo
Primero periodista
Ahora la cancha es otra: desde hace seis meses Adela es directora de la revista Galería. Este movimiento la llevó de nuevo a sus orígenes en el medio Búsqueda, donde empezó su carrera como periodista 23 años atrás, haciendo crítica de arte, sin esperarlo y por casualidad.
“Búsqueda se leía mucho en casa. Un día me presentaron a la crítica de arte de Búsqueda en un casamiento y yo me sabía algunas de sus críticas de arte de memoria. Empecé a recitarle títulos, frases y finales de sus columnas y quedó impresionada. Cuando tuvo que irse al viaje de arquitectura, me llamaron para una suplencia”, recuerda.
Adela no pensaba en ser periodista. “En mi familia no había nadie periodista, para mi esas grandes firmas eran cosas de gente totalmente superior. Leía Tomás Linn y me parecía increíble. Cuando entré a Búsqueda me impresionó mucho conocerlos”.
Del otro lado de los medios, aprendió el trabajo que no se lee en las notas y sobre el que se cimentan las grandes firmas: la disciplina y el rigor que construyen el oficio del periodista.
“Mi primera jefa fue muy muy estricta conmigo”, recuerda hablando de Mariana Percovich, que por entonces era editora de la sección cultural de Búsqueda. “Cada vez que la veo le agradezco porque fue tan estricta que me obligó a hacer cosas básicas, que no todos los periodistas tienen, como leer todos los diarios enteros todos los días, ir a todos los vernissage y rastrillar. Ser una especie de hormiguita de las historias. Después tuve otros jefes, pero ella me dio un sentido de disciplina que con los años veo que fue importante. La disciplina del trabajo te ordena mucho. En el periodismo hay mucha bohemia y mucha gente talentosa que se descansa en el talento. Yo tengo la disciplina gracias a Mariana”.
El oficio la cautivó. Llegó a Búsqueda por tres meses y se quedó diez años. Nunca dejó la profesión. “Me fascinó. Tengo 43 años y siempre que me preguntan qué sos o qué hacés antes de todo pongo periodista. Es algo que me llena de orgullo. Me encanta decir que soy periodista. Tengo mucho amor por la profesión. No he perdido nada de entusiasmo. Me levanto entusiasmadísima con que hay que hacer una nota y tiene que ser hoy y ya”.
El amor por el periodismo la ha llevado a transitar por distintos medios y formatos. Al cabo de estos 20 años de trayectoria ha trabajado en prensa, radio y televisión. Después de su década en Búsqueda, vino “Me lo dijo Adela” y “Viva la Tarde” en Radio Sarandí, condujo y produjo el programa matutino “Adelantate” en Radio Cero; fue columnista del diario El País y trabajó en televisión en el programa “Pan & Circo” de Canal 10, junto a Gustavo Escanlar e Ignacio Álvarez, en Canal M realizó una serie de programas periodísticos de nuevo bajo el nombre “Me lo dijo Adela” y actualmente aparece en Monte Carlo TV en el programa matutino “Buen Día Uruguay” donde tiene una columna de recomendación de libros.
Aunque su trayectoria es extensa y ha trabajado en los medios más importantes de Uruguay, Adela afirma que mantenerse en el medio y trabajar no siempre le resultó sencillo.
“He pedido trabajo toda mi vida, he tocado las puertas de las radios, los canales y he rebotado como loca. No tengo vergüenza de ir a pedir trabajo y lo hice hasta hace muy poco”, comenta. “Yo he estado muy desanimada en muchos momentos de mi carrera, sintiendo que no sabía para dónde agarrar, que no sabía qué era lo mío. Tampoco tenía demasiadas ofertas de trabajo”.
En esos momentos, las redes sociales, en especial Twitter, fueron la mejor vitrina. “Mantenerse en el medio es importante y en mi caso las redes sociales me ayudaron a dar la sensación de que estaba haciendo mucha cosa cuando no lo estaba haciendo. Durante un tiempo estuve sin empleo, o casi sin empleo y hacía periodismo en Twitter. Creo que cuando sos periodista todos los días tenés tres o cuatro ideas en la cabeza y tenés que decírselas a alguien. Twitter fue un salvavidas”.
Adela había trabajado 10 años en Galería. Allí se casó, tuvo a su hijo y se divorció. Allí también conoció a su actual marido, el empresario Horacio Artagaveytia. Pese a su amor por la profesión y a su cariño por esa que había sido “su casa”, Adela dudó en aceptar la propuesta de Búsqueda para dirigir la revista, sobre todo porque implicaba volver a algo que ya conocía. Para tomar la decisión, utilizó una estrategia a la que sistemáticamente recurre y que le ha dado buenos resultados.
“Yo me he hecho en base a que busco el consejo de mujeres que no conozco pero a las que cito y con el tiempo he logrado hacerme de amistades de mujeres que están en el mundo empresarial como puede ser Laura Raffo o gente que está en el mundo corporativo y, pensando con ellas, me pareció que era un paso importante en mi carrera ser la directora de un equipo, porque que yo hasta ahora había sido una periodista sola. Por eso me decidí”, cuenta.
No es un baile sencillo. Estoy muy alerta, yo vine a Galería a hacer 200 goles por semana. No vengo a mantener las cosas como están
Ahora, seis meses después del retorno, ya acostumbrada a las reuniones con avisadores, a manejar presupuestos, sueldos y compensaciones y a liderar un equipo de 15 personas, afirma que está entusiasmada, pero alerta. ”No es un baile sencillo. Estoy muy alerta, yo vine a Galería a hacer 200 goles por semana. No vengo a mantener las cosas como están, quiero que se hable más de ella, que venda más, que sea más atrevida, más picante, que esté más en la conversación de la gente. La prensa no está viviendo un momento sencillo”.
En estos más de 20 años de trayectoria el oficio ha cambiado mucho, y Adela lo nota.
“No estamos en una buena época para ser periodista”, sentencia y de nuevo la frase, categórica, parece un decreto. “Era mejor ser periodista en los 90’. Yo creo que nuestra profesión cambió muchísimo. Cuando yo empecé en los 90’ había mucho trabajo. Ahora estaba leyendo a Virginie Despentes y a su novela Vernon Subutex y habla de esa época donde los periodistas teníamos trabajo, todos ganábamos bien, teníamos un solo trabajo, había varias revistas y todas pagaban. Los periodistas tenían tiempo para leer, para conversar”.
Pero eso ya no sucede. “Hoy mis colegas tienen 3 trabajos”, atestigua. “Cuando la gente se queja y dice que el periodismo uruguayo es malo yo siempre digo que los periodistas uruguayos son super honestos, acá no hay corrupción en la prensa, lo que hay es gente que tiene tres trabajos y eso conspira contra la calidad, contra la posibilidad de especializarse y seguir estudiando. Además, se nos bastardeó mucho con la cosa comercial. Hoy se asume que si vas a una radio es parte de la historia que traigas avisos y eso es complicado porque los periodistas somos malos en eso”.
Me molesta estar en una reunión de gente grande y que se hable todo el tiempo de lo que hicieron los hijos, me parece que eso no está bueno
Después lectora voraz
La hojarasca empieza a cubrir las calles de Carrasco. Los rayos de un sol tibio, la brisa de marzo anuncian la llegada de otro otoño. Adela vestida de lino blanco espera en la puerta de su casa. La sobriedad en su presencia se trasunta en elegancia no buscada, en un estilo sin esfuerzo. Esa simpleza se traslada a una casa confortable, también elegante pero no suntuosa. Atemporal. Paredes blancas, sillones blancos. Adela Dubra es una mujer clásica.
De paso muy ágil y conversación rápida. Es despistada y memoriosa. Cita libros, frases de escritores y periodistas. Citar se nota que es un ejercicio que le gusta. En sus preguntas y en sus respuestas se puede adivinar que disfruta conocer gente, saber quién conoce a quién, qué hace cada quién, situar a las personas. Se puede inferir que tiene su propio directorio de Montevideo. Es claro por qué eligió el oficio de periodista.
En cambio resulta más sorprendente que se autodefina como una persona casera, que no le gustan los eventos, que su salida favorita sea el cine. Su amor por el campo también resulta una sorpresa. “Mi familia materna tiene campo en Cardona y mi marido tiene campo en San José. Es de las cosas que más disfruto. Me gusta salir a recorrer, me gusta mirar las vacas, mirar las praderas”.
Disfruta de las cosas simples… Subirse al auto con su marido y sus hijos e irse para afuera, poner buena música e ir canturreando, contar chistes y cuentos. “Eso es una idea de felicidad. La ruta, el mate, los niños, parar a comprar un pan y seguir. Un poco de relajo”.
Y los campamentos. Al Río Negro o al Río Yi, con amigos, bañarse en el arroyo, los pies en el barro, pasear, agarrar la caña, pescar un rato. Nada, cosas simples.
Esa simpleza, esa sobriedad, esos gustos se remontan a la infancia. Una infancia austera en un apartamento de Pocitos. “Una vida tranquila, pocas salidas, pocos programas. La compañía de los libros. Tuve una infancia donde tenía amigas pero había muchísimas tardes de domingo o de vacaciones donde mi madre trabajaba y la compañía eran los libros”.
De esa vida viene el amor por la lectura. “Eso viene de mis padres, de los dos. En casa cuando preguntabas algo te decían que buscaras en el diccionario. Los libros se trataban con veneración, tanto en la casa de mis padres como en la de mis abuelos paternos. Mi abuelo era juez, mi abuela había sido maestra y la biblioteca era el mayor orgullo de ellos. No eran una familia de plata, no tenían ni grandes cuadros ni grandes muebles, pero tenían un gran orgullo por sus libros. En la conversación familiar los libros estaban muy presentes”.
Y quedaron presentes. Adela desde chica fue una lectora voraz y lo sigue siendo. “Leía lo que me caía en las manos, lo que me llegara, el almanaque del Banco de Seguros o Selecciones”. Actualmente en su valija viajan siempre tres o cuatro libros sin que el peso del cargamento genere pereza o tedio. Sin que el Kindle pueda sustituirlos. Los kilos de lectura van y vienen en papel.
“Hoy la columna en “Buen Día Uruguay” me obliga a leer cosas que no leería, porque siempre estoy buscando libros para los distintos televidentes. Entonces por ahí leo un libro sobre el jabalí en Uruguay porque me parece que puede ser de interés para algunos televidentes. Ahora leo para la tele y para Galería buscando notas, y también leo para mí”.
Un retorno a esa infancia, a esa tranquilidad está presente en su libro “Basta de tanto. Criar hijos gastando menos, durmiendo más siestas y con pocos juguetes” (Ed.Palabra Santa, 2014), un libro donde a través de la consulta a distintos especialistas Adela analiza desde una perspectiva crítica la crianza de los hijos como eje de la vida adulta y propone reconsiderar las prácticas que sobreexigen diariamente a los padres. Además de ganar un premio Bartolomé Hidalgo en la categoría Revelación y convertirse en un best seller uruguayo, “Basta de Tanto” tuvo la virtud de plasmar una tema que estaba en el aire y convertirse en el eco de lo que pensaban y sentían muchos padres.
“Vengo de una casa donde nunca hubo un payaso. No había parafernalia y era un estilo de vida mucho más austero. Lo que hice fue recoger una situación que veo y siento. Me molesta estar en una reunión de gente grande y que se hable todo el tiempo de lo que hicieron los hijos, me parece que eso no está bueno”, explica.
Para evitar que eso suceda, Adela afirma que ella decidió dar la batalla. “Yo voy a seguir dando la batalla de intentar tener una vida lo suficientemente interesante como para no encontrarme todo el tiempo hablando de lo que hicieron mis hijos. El año pasado me fui a Rock in Rio y este al Lollapalooza. Es una tema al que estoy atenta. Caigo en pavadas, como todos. Pero mi intención es no ser una madre que desaparece y cuyo hobby son sus hijos”.
Para evitar eso Adela trabaja. Lo hace sin culpa y con ganas. “En mi caso yo no trabajo por necesidad económica porque mi marido está económicamente bien y nos puede mantener, mi sueldo no es desequilibrante para el nucleo familiar. En mi caso es una elección, por lo que debería vivirlo con menos culpa porque no deja de ser un gusto que me doy”.
Estoy convencida de que hay mucha gente feminista que no se define así porque no le gusta la palabra
Feminista y exitosa
Se define como feminista. No le asusta el mal marketing que pueda tener el término o lo poco sexy que a otros pueda resultarles esa palabra. “Estoy convencida de que hay mucha gente feminista que no se define así porque no le gusta la palabra, como que tiene alguna connotación”, afirma. “Yo trabajé en muchos medios donde las mujeres ganan menos que los hombres solo por ser mujeres. Muchas mujeres en el mundo de la empresa te dicen que en los directorios cuando hay una mujer, está sola y que las mujeres en general no llegan a los puestos de decisión”.
No fue así siempre, explica. “Me fui haciendo feminista por mi lugar de trabajo, por Mónica Botero y Cristina Canoura, que me fueron abriendo los ojos. Mi madre era una mujer nada machista, y ha evolucionado mucho también porque yo le hablo mucho. Alguien tiene que abrirte los ojos a las injusticias. Este tema es una revolución”.
Para Adela es importante tener mentoras, mujeres que la asesoren cuando está perdida. Esa red que la ayudó a decidir volver a Galería es una red que recomienda telar e intenta replicar. Es una red tejida con ese directorio montevideano que ella construye en su memoria.
“Siempre son las mujeres las que me han dado ánimo, un contacto, que me han guiado. Siempre me encontré con mujeres generosas con su tiempo, con su conocimiento, con hacerte un lugar y decirte para donde agarrar. Y cuando ahora me lo pide una chica más joven trato de darle una consejo. Las mujeres no tenemos la capacidad de conexiones que tienen los hombres. Estamos escondidas y eso te hace achicarte”, afirma.
Ese mismo concepto reticular y colectivo se traslada a su práctica como periodista. “El periodismo es un oficio colectivo que se ejerce individualmente”, explica citando a Miguel Ángel Bastenier. “Siempre me ha importado mucho la relación con mis colegas. Siempre he intentado darle para adelante a los que he podido, estar al tanto de lo que hacen, hacerles una nota o escribirles un tuit con una felicitación. Mis colegas son una reserva importante de gente a la que respeto. He intentado ser una buena colega, eso para mí es una señal de éxito”.
CRÉDITOS
Texto: Ximena Alemán
Producción: Vero Eirin
Fotos: Daniel Maidana
Agradecimiento: Levi´s