Nota realizada en Diciembre 2017
Lo que más me gusta en la vida es ser mamá. Siempre digo que mi mejor yo es ser mamá porque de verdad lo es, para mi es lo máximo
“Mi mejor yo es ser mamá”, dice Paola Bianco, y se hace un pequeño silencio. Es que hay muchos “yo” para esta mujer de 42 años que es conductora de televisión, bailarina, esposa, cantante, actriz, productora, locutora, amiga y deportista. Todas esas Paolas están presentes y se alternan tanto en su rutina como en la conversación, en las anécdotas que cuenta y en los grupos de whatsapp que maneja. Para despejar cualquier atisbo de duda, Paola continúa: “Lo que más me gusta en la vida es ser mamá. Siempre digo que mi mejor yo es ser mamá porque de verdad lo es, para mi es lo máximo”. La maternidad se tradujo en una amplia familia de cuatro hijos: Martina, Federico, Guillermo y Rocío. Aunque los niños no estén esta mañana, siempre están presentes en la charla y es difícil no imaginarlos debajo del enorme tilo en el centro del patio de la casa, tirándose por el tobogán o chapoteando en la piscina. Porque si algo respira esta casa es vida de familia.
Esa vida se construyó durante casi diez años de embarazos y partos consecutivos. “Fue una década. De los 30 a los 40. A los 30 tuve a Martina y a los 38 a Rocío”. Si bien Paola siempre había querido tener una familia, antes de ser madre no había pensado en tener cuatro hijos.
“Nunca me imaginé esto. Antes de tener hijos me imaginaba mamá de varones porque siempre fui muy varonera pero cuando nacieron mis sobrinas me empezó a encantar la idea de tener nenas. Entonces quería tener una nena y un varón. Cuando quedé embarazada de Martina queríamos tener una nena y fue nena. Después cuando nació Federico, me decían ‘¡Listo, ya tenés un varón y una nena, ya está!’. Pero yo quería tener otro. Y cuando tuve a Guille, todos me decían ‘Una nena y dos varones, ahora cerrás la fábrica’, pero yo quería otra nena más. Entonces quedé embarazada de Rocío”.
Después de 36 meses de embarazo, cuatro partos naturales y más de 90 meses de lactancia acumulados, Paola pasó naturalmente a otra etapa. “Antes veía una embarazada y decía, ¡Ay, yo quiero! Pensé que me iba a costar mucho llegar a una etapa donde no quisiera ser más mamá. Pero ahora veo un bebé y una embarazada y me encantan pero vuelvo con mi vida”.
Una vida de televisión
Su vida actual navega las aguas de un año gratificante, donde condujo el éxito televisivo de Canal 12 Masterclass y co protagonizó dos obras teatrales “Hijos nuestros” y “Falladas”.
La televisión ha acompañado sus ciclos vitales desde la niñez, cuando a los 9 años empezó a hacer coros en Canal 12 y luego a ser una de las Chin Chin en Cacho Bochinche. Después llegó Maxi Animados, el programa que con 13 años los colocó a ella y a Maximiliano de la Cruz como referentes para toda una generación que recién comenzaba a ver televisión. Ese programa acompañó su crecimiento y pegó el estirón con ellos: creció y mutó conforme cumplían años y se abrían paso como nuevas figuras de la TV.
“Empezamos con un programa de niños porque nosotros éramos niños, después de adolescentes y jóvenes”, recuerda. “Fue cambiando, con el tiempo se fue haciendo más programa de humor, tuvo una época en que fue un programa con bandas, donde iban El cuarteto de nos, La abuela Coca, Maná y Los Pericos. Era un programa de rock. Después nos encontrábamos con gente que nos decía: ‘Yo me levanto el fin de semana con resaca y pongo Maxi Animados’.”
El rock estaba solo en la pantalla, porque afuera de ella Maxi y Paola pese a ser adolescentes se cuidaban mucho y eran muy profesionales. En esa época Paola no solo aprendió sobre cómo hacer televisión, también aprendió a trabajar en los medios.
Por ejemplo, a ser consciente de la exposición en la televisión, y pese a su inocencia y juventud a cuidar su imagen. Esas son otras lecciones de Maxi Animados que persistieron.
“Cuando hablo del tema me doy cuenta de que hay cosas que no hice por la exposición. Yo, por ejemplo, s oy abstemia porque no me gusta el alcohol pero también tiene que ver con que siempre trabajé para niños y siempre cuidé mi imagen. Y no es que me haga la buena puertas afuera y adentro sea un desbunde. Es una cuestión de coherencia, pero puede ser que me cuide de más porque alguien me esté mirando. Tampoco sé cómo sería no hacerlo”.
Con once años en el aire llegó el momento en que Maxi Animados llegó a su fin. “Un día dijimos hasta acá. Era el momento de crecer cada uno por su lado, porque siempre éramos Maxi y Paola. Estuvo bueno hacer otras cosas y no perder la admiración y el cariño. Hoy por hoy, para mí Maxi es un hermano”.
Maxi Animados fue una gran escuela de televisión, donde ella y Maximiliano se ocupaban de la producción, conducción y edición del programa. “Ahí hacíamos todo entre nosotros. Yo tuve que aprender a maquillar y a armar las luces para grabar. Cuando empecé se filmaba en U-matic y para hacerlo tenías que cargar una mochila con la cinta al lado de la cámara”, cuenta. La anécdota recuerda que pese a su juventud puede contar la historia de los últimos 30 años de la televisión uruguaya. Ella lo sabe, por eso, entre risas, agrega: “hablo de esto y me siento Cristina Morán. Son tantos años… es mucho para atrás”.
Es cierto. Es mucho para atrás, mucho tiempo dedicado a una sola vocación. Porque a pesar de haber terminado la Escuela Nacional de Danza y de hacer la preparación para el coro del Sodre, Paola siempre tuvo una prioridad: la TV. “Cuando terminó Maxi Animados me di cuenta de que más de la mitad de mi vida había trabajando en televisión y dije, ¿Ahora qué hago? Ahí me puse a dar clases de danza pero me di cuenta que no me gustaba hacer eso”.
En la conversación es fácil distinguir que hay dos ejes que marcan su vida: la pasión por la televisión y el amor por su familia. En esas coordenadas se encuentran las grandes decisiones que marcaron su rumbo. Rechazar una beca en la Escuela Nacional de Danza de Chile tras haber terminado la Escuela Nacional de Danza en Uruguay, no concursar para entrar en el coro del Sodre, no perseguir una carrera en Argentina a pesar de recibir ofertas tentadoras. “Nunca quise irme. Soy muy familiera, muy tranquila. Me encanta estar acá.”
En Canal 10 pasaron 10 años más donde Paola transitó por varios programas, desde “Dale con Todo” hasta “En su salsa”, trabajó al frente y detrás de cámaras, hizo suplencias e incluso leyó noticias en Subrayado. Entonces, las mismas coordenadas que siempre guiaron su vida le indicaron que era necesario abrir otra etapa. Así Paola se despidió de la televisión por cuatro años.
En las redes
“Esta es mi primera mañana libre en no recuerdo cuánto tiempo”, comenta al pasar, mientras apronta el segundo mate de la mañana. El primero se lavó mientras hablaba con una amiga por Whatsapp. “A veces extraño eso de estar en casa. Esa tranquilidad. Me encanta”.
Es que si bien durante mucho tiempo tuvo este ritmo de grabaciones, horas de estudio, giras por el interior del país, no siempre fue así. Hubo cuatro años en los que la TV no acompañó la vida de Paola. Esos cuatro años afuera de la pantalla fueron de hacer mandados, de concentrarse en su casa. No es difícil imaginarla cuidando la lavanda florecida en el jardín o sacándole fotos a las mariposas. Lo mismo que hace ahora, pero con más tiempo.
“Yo siempre tuve a mis hijos y seguí laburando. Volví al trabajo a los 20 días con Martina, al mes con Federico, pero siempre me pasó que me los llevaba al canal y estaban conmigo y no había problema”, cuenta. “Pero cuando fue a nacer Guille me di cuenta de que tenía dos manos e iba tener tres hijos”.
Al embarazo se sumó el fuerte impacto emocional de perder a su padre. “Lo de mi padre fue un mazazo”, recuerda. “Te cambia todo en un segundo. Y ya no tenía ganas de perderme lo que me estaba perdiendo. Estaba todo el día en el canal y ganaba en otras cosas, pero tenía ganas de estar en mi casa”.
Lo que inicialmente iba a ser un año afuera de la televisión se convirtió en cuatro. Al principio su familia estaba preocupada. Pero ella estaba bien. “Estaba copada de salir con Darío de noche y de haber pasado todo el día con mis hijos. Disfruté mucho estar en casa”.
El descanso fue solo en la pantalla, como ama de casa trabajaba full time. Además empezó a correr y apareció en las redes sociales: Twitter e Instagram, para poder comunicar y mantener la proximidad con la gente, que es lo que más disfruta de su trabajo.
Rápidamente la apodaron “La reina de Twitter”. Hoy tiene 44.668 seguidores en Twitter y 40.500 en Instagram. También tiene 187.000 resultados de Google que refieren a ella. “¡No puedo creer eso. Nunca lo había hecho!”, dice y se ríe a carcajadas mientras mira las fotos de su casamiento que aparecen en el buscador.
Pero esos números no la marean. Pese a los años de exposición y la popularidad, no le gusta que los amigos de sus hijos le digan que es famosa, los corrige y les explica que eso no es un trabajo. “Siempre les digo que mi trabajo es como si fuera peluquera o trabajara en un banco, pero que ser famoso no es un trabajo. Un trabajo es ser bailarina, actriz conductor, productor, o cámara. Ser famoso no es nada”.
El retorno fue gradual. En 2015 la invitaron a trabajar en el programa “Me resbala” de Canal 12, pero ella no tenía ganas de actuar. El elenco le encantaba porque eran amigos de toda la vida, incluso era la oportunidad de trabajar de nuevo en TV con Maxi de la Cruz. Pero Paola quería conducir, no actuar. Entonces dijo que no. Sin embargo fue de invitada. “Me divertí como si fuera a un cumpleaños en un pelotero. Estuvimos todo el día llorando de risa. A los dos o tres días me llamaron de nuevo para que me incorporara al elenco. Y volví al canal”. Volver al canal donde había crecido fue emocionante. Entonces ya estaba en sintonía con el 12. “Fue lo más natural del mundo”.
Ahora estoy enamorada de Masterclass, de lo que significa el producto y lo que es. Ahora te digo que no te cambio Masterclass por nada
Un año como anillo al dedo
La comida estaba recién servida en la mesa cuando sonó el teléfono. Paola atendió y escuchó la voz de Alexandra Morgan, Gerente de producción de Canal 12.
-Tengo que darte una noticia. ¿Estás sentada? -preguntó.
Paola se sentó.
-Hay un proyecto que se llama Masterclass y queremos que seas la conductora.
Paola solo atinó a gritar “¡Si!”.
Después de hablar con Morgan volvió a la cocina y no le dio opción a su marido y a sus hijos, porque ya era una decisión tomada.
“Ella sabía que me lo iba a decir y yo iba a decir que sí”, y se le nota la alegría en la voz y en los ojos. “Amo trabajar con música y amo trabajar con niños. Me encanta el formato porque es un reality sin competencia, porque si se hubieran eliminado a los niños por semana hubiera dicho que no. Me muero si tengo que ver llorar un niño porque se va y el resto se queda. Entonces no tuve nada para decir”
Masterclass implicó el retorno definitivo a la televisión y una revolución para toda la familia que supuso incluso suspender un viaje. Pero para Paola eso no fue un sacrificio, sencillamente no había margen de duda. “Suspendí todo porque me di cuenta que era lo mío. Al fin se me dio la oportunidad de conducir un programa que yo siento que es como anillo al dedo. Realmente me siento cómoda haciendo Masterclass”.
Como sucedió desde el inicio, la televisión acompaña el ritmo vital de Paola, por eso ella elige los proyectos según lo que esté viviendo a nivel personal y familiar. “Hubo proyectos que me hubiera encantado hacerlos en otro momento de mi vida. Un programa diario o algo que sea de todos los días no lo agarro porque sé que es demasiado para no estar en mi casa”, explica.
Otro componente sustancial es el grupo humano, al equipo detrás de cada programa. Por eso está enamorada de Masterclass. “Yo siempre elijo el grupo. Siempre priorizo el grupo. No podría nunca trabajar en un lugar donde estoy incómoda. Ir y saber que alguien no me banca. No soporto estar en un lugar donde no me siento querida. No puedo estar en un lugar donde no admiro al que tengo al lado”.
El equipo de Masterclass le encanta porque está compuesto por amigos y colegas que conoce y valora desde hace mucho tiempo. Algo similar le sucedió con las obras de teatro en las que actuó este año, “Hijos nuestros”, donde actuaba con Rafa Cotelo y Maxi de la Cruz y “Falladas”, un éxito de taquilla que protagonizó junto a Catalina Ferrand, Patricia Wolf, Adriana da Silva y Luciana Acuña.
“Lo primero que quiso armar Diego (Sorondo, el productor de la obra) fue un buen grupo. Con cero problemas de cartel, cero divismo. Con las “Falladas” nos llevamos divino, nos conocíamos todas y todas estábamos contentas de que estuvieran las otras. Somos todas grandes y estamos muy seguras del lugar de cada una”, explica.
Falladas desde que se estrenó en setiembre se convirtió en un éxito de entradas agotadas función tras función, que inicialmente se presentaba los jueves, pero que por la aceptación que tuvo en el público pasó a tener doble función los miércoles. Y también agotó entradas ese día. Paola, que recuerda actuar en el teatro para 13 personas está anonadada. “¿What? Dos funciones por miércoles, son 1200 personas. No sé a qué se debe, creo que el paquete entero está buenísimo”.
Sin dudarlo, admite que lo más desafiante del proyecto fue empatizar con su personaje, un personaje con el que al principio le costaba reconciliarse y encontrar puntos en común. “Es mi antítesis. Fijate que es una mujer que no quiere tener hijos porque le tiene miedo a las estrías, que no come nada para no engordar y que siempre está apretada”, señala asombrada y muestra una foto de ella en la piel de su personaje Diana, ya peinada, maquillada y enfundada en un vestido de lycra.
Y es que más allá del cuerpo enjuto y el pelo largo y oscuro, después de conocerla, las distancias con su personaje resultan obvias no solo por la maternidad, también por el apetito y el gusto por los chivitos. “Yo embarazada me comía 3 chivitos y hasta el día de hoy como más que mi marido”, comenta. Tender un puente con Diana le costó bastante. “Yo tenía dudas con mi personaje porque es el que no hace reír, es el serio y que no crea empatía. Me sentía más cómoda haciéndome la graciosa. Al principio no entendía por qué yo, pero estuvo buenísimo laburar eso”. El cambio en su percepción se lo adjudica a José María Muscari, autor de la obra. “Vino y me dijo: ‘Me encanta lo que hacés, pero vos no la querés a Diana. Vos la estás juzgando y no podés. Y me hizo dar una vuelta de tuerca”.
Sin embargo, y aunque este año los logros del teatro le hayan aportado mucho, ella sigue definiéndose como un bicho de TV. “Soy una comunicadora, que canta baila y actúa. No sé qué me da la TV”, reflexiona. “Es mi trabajo, es lo que me gusta. Si tuviese que elegir algo es la TV. No me siento una actriz de teatro. Ahora estoy enamorada de Masterclass, de lo que significa el producto y lo que es. Ahora te digo que no te cambio Masterclass por nada”.
Texto: Ximena Alemán
Producción: Verónica Eirin
Fotos: Daniel Maidana
Agradecimiento: The Urban Haus